Santiago Maldonado: es cuestión de elecciones
Acabo de leer en las redes alguna decena de mensajes al estilo “arrancando la jornada cívica, que sea en paz. Viva la democracia”.
Mientras mateo, porque otra cosa no se puede hacer a las 8 am, pienso qué distancia me separa de aquellos buenos deseos y mi sensación de para qué ir a votar. ¿Se podrá medir? ¿Serán unos trescientos treinta mil millones de metros como dicen los niños? Eso números grandes para decir que algo está muy lejos o muy viejo o muy alto.
Bueno, así estoy.
Creo que me separan estos caracteres. Medir lo que sentimos probablemente sea difícil, pero si al menos pudiéramos medir lo que pensamos, tendríamos una idea.
No es que uno no desee que voten en paz, es que uno no tiene la voluntad de ir porque siente que no se juega nada. O mejor dicho, si. Pero no se juega lo real. Si estas fueran las elecciones del 83, cada sobre contabilizado sería un sobre por la democracia. Ese mismo gesto hoy carece de sentido. ¿Votar siempre está bueno? ¿No votar es no defender a la democracia?
Santiago no votaba, no porque estaba lejos, o porque era un “hippie mugriento”, o un “indio”. Probablemente no votaba porque no creía que esta democracia soluciones los dramas constitutivos de su juventud y la sociedad en la que deseaba vivir. Quizá porque se encontraba en un marco sumamente represivo, más parecido a la dictadura que otra cosa. Pero en democracia. Ese fenómeno que nos mantiene contenidos, porque cuestionarla es ponerla en peligro.
Creo que el peligro es no preguntarnos nada. Cuánto puede durar el circo del sobre en la urna.
Y ojo que a mí esos días en general (menos hoy) me encantan. Más que nada porque un domingo lleno de gente en la calle es mejor que un domingo cualquiera. Pero, no me parece posible defenderla si no decimos BASTA. No podemos ir a votar si Santiago está muerto y tenemos dudas.
Claro, si no votamos hoy no tenemos otra salida, porque todo es blanco o negro. Pero posta, no tiene sentido.
Digo entonces, ¿qué me separa del deseo de esos comentarios? Porque si no es la paz, entonces es la democracia. Y es que somos otra generación, que nacimos en democracia y queremos cuestionarla. Y queremos que en nuestras luchas se refleje el pedido desesperado de una democracia diferente. No nos para ni el cuco del estado de sitio, como en el 2001 y como antes de ayer. Porque no tenemos miedo a la dictadura, tenemos miedo a una democracia que se le parezca.
Votar o no, movilizarte o no, pedir por Santiago o no, luchar por lo que él creía o no. Es una cuestión de elecciones que difícilmente resolvamos en una nota o comentario. Que se desarrolle en paz la jornada, porque mañana los necesitamos sanos para seguir pidiendo verdad y justicia. ¡Que viva la lucha de los santiagos!
Mientras mateo, porque otra cosa no se puede hacer a las 8 am, pienso qué distancia me separa de aquellos buenos deseos y mi sensación de para qué ir a votar. ¿Se podrá medir? ¿Serán unos trescientos treinta mil millones de metros como dicen los niños? Eso números grandes para decir que algo está muy lejos o muy viejo o muy alto.
Bueno, así estoy.
Creo que me separan estos caracteres. Medir lo que sentimos probablemente sea difícil, pero si al menos pudiéramos medir lo que pensamos, tendríamos una idea.
No es que uno no desee que voten en paz, es que uno no tiene la voluntad de ir porque siente que no se juega nada. O mejor dicho, si. Pero no se juega lo real. Si estas fueran las elecciones del 83, cada sobre contabilizado sería un sobre por la democracia. Ese mismo gesto hoy carece de sentido. ¿Votar siempre está bueno? ¿No votar es no defender a la democracia?
Santiago no votaba, no porque estaba lejos, o porque era un “hippie mugriento”, o un “indio”. Probablemente no votaba porque no creía que esta democracia soluciones los dramas constitutivos de su juventud y la sociedad en la que deseaba vivir. Quizá porque se encontraba en un marco sumamente represivo, más parecido a la dictadura que otra cosa. Pero en democracia. Ese fenómeno que nos mantiene contenidos, porque cuestionarla es ponerla en peligro.
Creo que el peligro es no preguntarnos nada. Cuánto puede durar el circo del sobre en la urna.
Y ojo que a mí esos días en general (menos hoy) me encantan. Más que nada porque un domingo lleno de gente en la calle es mejor que un domingo cualquiera. Pero, no me parece posible defenderla si no decimos BASTA. No podemos ir a votar si Santiago está muerto y tenemos dudas.
Claro, si no votamos hoy no tenemos otra salida, porque todo es blanco o negro. Pero posta, no tiene sentido.
Digo entonces, ¿qué me separa del deseo de esos comentarios? Porque si no es la paz, entonces es la democracia. Y es que somos otra generación, que nacimos en democracia y queremos cuestionarla. Y queremos que en nuestras luchas se refleje el pedido desesperado de una democracia diferente. No nos para ni el cuco del estado de sitio, como en el 2001 y como antes de ayer. Porque no tenemos miedo a la dictadura, tenemos miedo a una democracia que se le parezca.
Votar o no, movilizarte o no, pedir por Santiago o no, luchar por lo que él creía o no. Es una cuestión de elecciones que difícilmente resolvamos en una nota o comentario. Que se desarrolle en paz la jornada, porque mañana los necesitamos sanos para seguir pidiendo verdad y justicia. ¡Que viva la lucha de los santiagos!
Santiago Maldonado: es cuestión de elecciones
Reviewed by AZULADO
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10/22/2017 08:40:00 a.m.
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