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El muro


Contra todo pronóstico y a pesar de los deseos del establishment, el multimillonario Donald Trump se impuso en la reciente elección presidencial de EEUU. Su propuesta económica nacionalista y sus proclamas abiertamente xenófobas y racistas, parecen augurar un cambio de época a nivel global.



Nadie hubiese creído hace poco tiempo atrás que semejante personaje, como Donald Trump, pudiera acceder a la presidencia de EEUU. Para los profesionales de la realpolitik y para los pulpos mediáticos no podía considerarse seriamente tal escenario. Desde el comienzo, cuando el show por la carrera a la Casa Blanca comenzó con las internas dentro de los dos Partidos hegemónicos (el Republicano y el Demócrata), se lo dio por muerto. Incluso ridiculizándolo. Su retórica (lindante con el fascismo) que entre otras cosas planteaba deportaciones masivas de inmigrantes y la construcción a gran escala de un muro que divida la frontera con México, y cuyo costo fuese financiado por este último, hacía pensar a más de uno que sus aspiraciones tenían los días contados. También su conducta misógina, su menosprecio para con la mujer, como sus propuestas “proteccionistas” para llevar a “América por el camino de la grandeza”. ¿Acaso semejante personaje pesado podía flotar dentro de la “liquidez” de la sociedad postmoderna y globalizada? ¿Cuán lejos podía llegar? Pero lo que parecía imposible fue haciéndose cada vez más real, y lo impensado acabó por ocurrir. Una vez más lo sólido se desvaneció por el aire.



Hijos de la secesión


EEUU no es una nación uniforme, es más bien una unidad de Estados autónomos pero interdependientes, sostenida, a veces, de manera fastidiosa y exagerada, por todo un ideario grandilocuente y mítico. No obstante las profundas diferencias sublimadas, suelen cobrar bríos cuando la crisis apremia y la bonanza económica no da para bancar “el sueño americano”. Viejas rencillas salen a la luz y chocan inevitablemente. Toda una historia sepultada varias veces pero que, como en “TheWalkingDead”, vuelve de la muerte, y camina por las calles. Los fantasmas de la guerra civil afloran. La América “profunda” blanca, conservadora, racista y rural que alguna vez sostuvo al KuKuxKlan, impone sus condiciones al liberalismo Neoyorquino y de las grandes ciudades. Son ellos al fin y al cabo los hijos del “destino manifiesto” que en Dios confían, y con su labor diaria hacen a la gran nación americana. ¿Por qué habrían de compartirla con latinos, negros y musulmanes? ¿Si además su empobrecimiento, según ellos, se debe a semejante invasión?Para ellos Trump es el tipo sencillo que los entiende, habla como ellos, ridiculizarlo es ridiculizarlos a ellos mismos. Esa masa de votantes, encontró, después de mucho tiempo, su esperanza blanca en la boleta del Partido Republicano.



La orfandad de los “Radical”
Pero lo anterior no basta para explicar el fenómeno en su totalidad. Del lado Demócrata, la candidata no era alguien con un prontuario muy decoroso. En su haber se computan varias denuncias por corrupción, como también, el accionar inmediato de una política exterior profundamente agresiva y sangrienta. Hillary Clinton era la candidata de la continuidad, de un país que nunca pudo recuperarse del todo de la crisis de 2008, y cuyas políticas económicas neoliberales no han resuelto las consecuencias más profundas de la misma. En su camino a la candidatura tuvo que enfrentarse con un personaje peculiar, que la tuvo a maltraer. Por primera vez, en mucho tiempo, alguien como Bernie Sanders, con propuestas de izquierda(radicalizadas para una sociedad acostumbrada a la moderación eterna, y a las diferencias sutiles entre candidatos), obtuvo la aprobación y el acompañamiento de amplios sectores. Su honrosa derrota no obstante, no se tradujo en la posibilidad del surgimiento de una nueva expresión política de izquierdas. Su decisión de apoyar a Hillary Clinton como mal menor, dejó huérfanos a miles de seguidores que optaron por no caer en esa tentación.


La decadencia

Un balance apresurado podía llevar a considerar que, en vistas de lo acaecido, el sistema político estadounidense ha entrado en crisis. Habrá que ver si es así, y cuál es su profundidad. Lo que sí es un hecho, es que es innegable su decadencia. Tanto Trump por derecha, como Sanders por izquierda, son sus emergentes. Horas después de concluida la elección, y ante la constatación de que los números finales del recuento daban ganador a Trump pese a que Hillary había sacado la mayoría de los votos, generó fuertes cuestionamientos. La definición por electores y no por simple mayoría, que muestra el poder de los Estados en la definición de la elección por encima del de las masas, ha profundizado las divisiones aún más. Un muro invisible que no es colindante con México, empieza a atravesar la sociedad Estadounidense, con consecuencias imprevisibles.



¿Y ahora qué va a pasar?


Nadie puede asegurar qué ocurrirá de ahora en más. Lo cierto es que, más allá de si Trump cumple o no con sus promesas de campaña, habrá nuevos realineamientos en el plano internacional, así como decisiones económicas que impactarán fuertemente en la economía a escala global. Sin ir más lejos, en nuestro país, una revalorización del dólar, con un alza en las tasa de interés de los préstamos en dicha moneda, nos pondría en serios problemas. Sobre todo considerando que el actual gobierno macrista ha contraído deuda en apenas diez meses, por un monto de alrededor de 50.000 millones de u$s.

La decadencia del sistema capitalista ha desatado los más impredecibles escenarios. El triunfo de Trump, es una muestra de esto. A casi cien años de la Revolución Rusa, la consigna expresada por Rosa Luxemburgo, por entonces, sigue siendo la más acertada: Socialismo o barbarie capitalis
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El muro El muro Reviewed by AZULADO on 12/12/2016 03:32:00 p.m. Rating: 5

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