Crónica de un vaciamiento
Si bien muchos de los organismos que forman parte del Estado son imprescindibles para el desarrollo de la Nación y para la consecución de los derechos que consagran al conjunto de los ciudadanos, la ANSES se fue consolidando durante años como el eje articulador de toda la política en materia de seguridad social. El organismo, que fue denominado en más de una ocasión, como “la nave insignia” del Estado por funcionarios que hoy ya no están en el poder, tras la nacionalización de las AFJP, se convirtió en una de las “cajas” más importantes de dinero, a través de su Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), que sirvió, en más de una oportunidad, como rueda de auxilio ante el desarrollo de alguna crisis, o fuga de divisas.
No obstante, tras la promulgación de la ley de Reparación Histórica del año 2016, votada entre otros por ex directores ejecutivos de la ANSES como Sergio Massa y Diego Bossio, el FGS no ha parado de ser dilapidado, vendiendo sus acciones a grupos económicos que eran parte del viejo paquete accionario de las AFJP, o incluso con hechos escandalosos como un oscuro acuerdo con fondos qataríes, en el que estaba involucrada la actual vicepresidenta Gabriela Michetti, y que tuvo que darse marcha atrás por la gravedad de sus condiciones.
En ese marco, se produce también el proyecto de reforma tributaria, que le quita al organismo el 20% recaudado en concepto de impuesto a las ganancias lo que le resta alrededor de 130 mil millones de pesos anuales, sumados a los 40 mil millones que se prevé de aprobarse la reducción de aportes patronales planteada por el Gobierno en su proyecto de reforma laboral.
Viendo todo este panorama es muy claro concluir, que existe un objetivo deliberado por parte del gobierno en vaciar el organismo, cuyo último propósito es sentar las bases para una futura reprivatización del sistema.
La reforma previsional que ya tiene media sanción en el Congreso, con la complicidad de senadores de todos los bloques políticos patronales, incluidos varios del FPV, supone el fin de la movilidad jubilatoria y su reemplazo por aumentos sujetos a la inflación. De esta forma, considerando el haber mínimo que percibe el 80 % de los jubilados, la jubilación que en marzo de 2018 se iba a ubicar en $8200, ahora lo hará en $7600.
La Asignación universal por hijo, en tanto, aumentará apenas $50. Una política a tono con el vaciamiento antes descripto. A su vez se alentará que tanto hombres como mujeres se puedan jubilar a los 70 años. Alargando así su vida laboral (con todo lo que ello conlleva en gente que llega muchas veces cansada y enferma a esa edad luego de toda una vida de trabajo), y taponando el ingreso de los jóvenes al mercado laboral. Resulta paradojal semejante política cuando se sostiene que estas reformas vienen a fomentar la creación de empleo.
Cualquiera que visitó alguna UDAI de ANSES, sabe que en ellas hay un mar de gente a la espera de ser atendida. Es que, todo pasa por ahí: desde el nacimiento a la pensión por viudez, pasando por el estudiante que pide el Progresar, o la docente que viene a iniciar su jubilación, o la ama de casa, o el de la construcción, o el/la laburante que viene a reclamar por el cobro de las asignaciones familiares. Todo pasa por esas oficinas. A veces, con empleados desbordados que llegan con lo justo a cumplir con los tiempos de atención.
En ANSES hay 16 mil trabajadores para 44 millones de personas. En España que tiene más o menos la misma población que nuestro país, hay 30 mil trabajadores de la seguridad social. Sin embargo, para la actual administración sobran empleados. Según un informe del Ministerio de modernización, ANSES debería reducir su planta en 2100 trabajadores. Pero también saben, que semejante ataque tiene sus consecuencias. Por eso, desde hace meses la patronal viene desplegando una táctica que se conoce como despidos bajo la modalidad de “hormiga”.
Desde junio de este año, han llegado telegramas a muchos trabajadores, sin importar la modalidad en la que revisten sus funciones. Algunos son de planta permanente, y fueron despedidos sin causa; otros, contratados, no renovando sus contratos. Nunca se dan todos a la vez, se hacen por tandas.
La última oleada de despidos, tuvo lugar en estos últimos días. Desde el 27 de noviembre (día del trabajador previsional, el día de los trabajadores del organismo) hasta la fecha, no se renovaron alrededor de 30 contratos. Pero aún no sabemos el alcance de esta última oleada ya que día tras día siguen cayendo telegramas, lo que genera un clima de constante terror en los trabajadores.
Ante cada despido, las UDAI que están involucradas cierran sus puertas. Muchas otras que no tienen despidos llevan a cabo medidas de quite de colaboración. Otras directamente no hacen nada. El miedo y la incertidumbre perm
anente, paralizan y angustian a muchos trabajadores que son sostén de sus familias.
Las UDAI con medidas de fuerza quedan aisladas sino hay un plan de lucha nacional y de conjunto. Las conducciones gremiales, por otro lado, aún no lo definen, algo que las bases le piden a gritos. Es urgente entonces el llamado a un plenario nacional de delegados con mandato de sus bases, para imponerle a las conducciones gremiales un plan de lucha a la altura de las circunstancias.
En esto no sólo está en juego el destino de miles de trabajadores que no sabrán si mantendrán o no su fuente de trabajo, sino también el destino de millones de jubilados actuales y futuros que serán ajustados. Salir a luchar es así, es el único camino posible.
No obstante, tras la promulgación de la ley de Reparación Histórica del año 2016, votada entre otros por ex directores ejecutivos de la ANSES como Sergio Massa y Diego Bossio, el FGS no ha parado de ser dilapidado, vendiendo sus acciones a grupos económicos que eran parte del viejo paquete accionario de las AFJP, o incluso con hechos escandalosos como un oscuro acuerdo con fondos qataríes, en el que estaba involucrada la actual vicepresidenta Gabriela Michetti, y que tuvo que darse marcha atrás por la gravedad de sus condiciones.

En ese marco, se produce también el proyecto de reforma tributaria, que le quita al organismo el 20% recaudado en concepto de impuesto a las ganancias lo que le resta alrededor de 130 mil millones de pesos anuales, sumados a los 40 mil millones que se prevé de aprobarse la reducción de aportes patronales planteada por el Gobierno en su proyecto de reforma laboral.
Viendo todo este panorama es muy claro concluir, que existe un objetivo deliberado por parte del gobierno en vaciar el organismo, cuyo último propósito es sentar las bases para una futura reprivatización del sistema.
El ajuste
La reforma previsional que ya tiene media sanción en el Congreso, con la complicidad de senadores de todos los bloques políticos patronales, incluidos varios del FPV, supone el fin de la movilidad jubilatoria y su reemplazo por aumentos sujetos a la inflación. De esta forma, considerando el haber mínimo que percibe el 80 % de los jubilados, la jubilación que en marzo de 2018 se iba a ubicar en $8200, ahora lo hará en $7600.
La Asignación universal por hijo, en tanto, aumentará apenas $50. Una política a tono con el vaciamiento antes descripto. A su vez se alentará que tanto hombres como mujeres se puedan jubilar a los 70 años. Alargando así su vida laboral (con todo lo que ello conlleva en gente que llega muchas veces cansada y enferma a esa edad luego de toda una vida de trabajo), y taponando el ingreso de los jóvenes al mercado laboral. Resulta paradojal semejante política cuando se sostiene que estas reformas vienen a fomentar la creación de empleo.
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Macri y Emilio Basavilbaso, director de la ANSES |
Despedir es un trabajo de hormiga
Cualquiera que visitó alguna UDAI de ANSES, sabe que en ellas hay un mar de gente a la espera de ser atendida. Es que, todo pasa por ahí: desde el nacimiento a la pensión por viudez, pasando por el estudiante que pide el Progresar, o la docente que viene a iniciar su jubilación, o la ama de casa, o el de la construcción, o el/la laburante que viene a reclamar por el cobro de las asignaciones familiares. Todo pasa por esas oficinas. A veces, con empleados desbordados que llegan con lo justo a cumplir con los tiempos de atención.
En ANSES hay 16 mil trabajadores para 44 millones de personas. En España que tiene más o menos la misma población que nuestro país, hay 30 mil trabajadores de la seguridad social. Sin embargo, para la actual administración sobran empleados. Según un informe del Ministerio de modernización, ANSES debería reducir su planta en 2100 trabajadores. Pero también saben, que semejante ataque tiene sus consecuencias. Por eso, desde hace meses la patronal viene desplegando una táctica que se conoce como despidos bajo la modalidad de “hormiga”.
Desde junio de este año, han llegado telegramas a muchos trabajadores, sin importar la modalidad en la que revisten sus funciones. Algunos son de planta permanente, y fueron despedidos sin causa; otros, contratados, no renovando sus contratos. Nunca se dan todos a la vez, se hacen por tandas.
La última oleada de despidos, tuvo lugar en estos últimos días. Desde el 27 de noviembre (día del trabajador previsional, el día de los trabajadores del organismo) hasta la fecha, no se renovaron alrededor de 30 contratos. Pero aún no sabemos el alcance de esta última oleada ya que día tras día siguen cayendo telegramas, lo que genera un clima de constante terror en los trabajadores.
Unidad y lucha
Ante cada despido, las UDAI que están involucradas cierran sus puertas. Muchas otras que no tienen despidos llevan a cabo medidas de quite de colaboración. Otras directamente no hacen nada. El miedo y la incertidumbre perm
Las UDAI con medidas de fuerza quedan aisladas sino hay un plan de lucha nacional y de conjunto. Las conducciones gremiales, por otro lado, aún no lo definen, algo que las bases le piden a gritos. Es urgente entonces el llamado a un plenario nacional de delegados con mandato de sus bases, para imponerle a las conducciones gremiales un plan de lucha a la altura de las circunstancias.
En esto no sólo está en juego el destino de miles de trabajadores que no sabrán si mantendrán o no su fuente de trabajo, sino también el destino de millones de jubilados actuales y futuros que serán ajustados. Salir a luchar es así, es el único camino posible.
Crónica de un vaciamiento
Reviewed by AZULADO
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12/10/2017 11:33:00 a.m.
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