Un paseo por campo minado
En las últimas semanas, la humanidad ha presenciado, con gran estupor, una nueva escalada militarista, por parte de Estados Unidos. La política de la administración Trump, expresada en su vicepresidente Mike Pence, quien en su reciente visita a Corea del Sur, señaló que la política de “paciencia estratégica” había finalizado, encendió todas las alarmas: una posible acción militar contra Corea del Norte se convirtió en una posibilidad real.
A las acciones punitivas llevadas a cabo por Estados Unidos en Siria, donde se desplegó un gran ataque con misiles cuyo objetivo eran las tropas del régimen del presidente Al Assad, acusadas de haber utilizado armas químicas contra la población civil (hipótesis que no ha sido aún demostrada), se sumó luego la detonación de la llamada “madre de todas las bombas” (la bomba no nuclear más poderosa del mundo), en Afganistán, y el envío del portaaviones Carl Vinson a aguas coreanas. Todas estas acciones llevadas a cabo de manera unilateral, generando roces con las principales potencias militares del mundo: Rusia puso inmediatamente objeciones al ataque perpetrado contra su aliado sirio; y China reaccionó ante la amenaza a su socio norcoreano.
A diferencia de Siria y Afganistán, el caso de Corea del Norte es mucho más sensible en términos geopolíticos. Este último país, posee una capacidad militar superior a la de los otros dos, y podría responder con misiles nucleares a una agresión norteamericana. El régimen de Kim Jong Un advirtió (con desfile militar incluido), que no dudará en hacerlo si esto ocurre. La capacidad militar de este último país, puede reducir a cenizas ciudades de Corea del Sur, así como de Japón, en cuestión de horas. Ambos países, aliados de Estados Unidos.
Aunque muchos se muestran escépticos ante estos hechos, a los que ven como una estrategia norteamericana cuyo objetivo es utilizar a China con el fin de presionar a Corea del Norte, o como una táctica propia de la lógica empresarial de Trump de “golpear para después negociar con un par de triunfos en la mano”, lo cierto es que la posibilidad de que se desate una guerra termonuclear nunca fue tan cercana, desde los períodos “calientes” de la guerra fría a mediados de los ochenta.
A más de cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial, el mundo vuelve a respirar la tensión previa de aquellos días. Cualquier paso en falso puede desatar la catástrofe. Pero a diferencia de aquella guerra, esta vez toda la humanidad podría quedar reducida a cenizas. La lógica militarista, los intereses capitalistas que juegan detrás, el constante forcejeo del imperialismo, han hecho del mundo un gran campo minado por el que es cada vez más difícil transitar sin sufrir las consecuencias.
A las acciones punitivas llevadas a cabo por Estados Unidos en Siria, donde se desplegó un gran ataque con misiles cuyo objetivo eran las tropas del régimen del presidente Al Assad, acusadas de haber utilizado armas químicas contra la población civil (hipótesis que no ha sido aún demostrada), se sumó luego la detonación de la llamada “madre de todas las bombas” (la bomba no nuclear más poderosa del mundo), en Afganistán, y el envío del portaaviones Carl Vinson a aguas coreanas. Todas estas acciones llevadas a cabo de manera unilateral, generando roces con las principales potencias militares del mundo: Rusia puso inmediatamente objeciones al ataque perpetrado contra su aliado sirio; y China reaccionó ante la amenaza a su socio norcoreano.
A diferencia de Siria y Afganistán, el caso de Corea del Norte es mucho más sensible en términos geopolíticos. Este último país, posee una capacidad militar superior a la de los otros dos, y podría responder con misiles nucleares a una agresión norteamericana. El régimen de Kim Jong Un advirtió (con desfile militar incluido), que no dudará en hacerlo si esto ocurre. La capacidad militar de este último país, puede reducir a cenizas ciudades de Corea del Sur, así como de Japón, en cuestión de horas. Ambos países, aliados de Estados Unidos.
Aunque muchos se muestran escépticos ante estos hechos, a los que ven como una estrategia norteamericana cuyo objetivo es utilizar a China con el fin de presionar a Corea del Norte, o como una táctica propia de la lógica empresarial de Trump de “golpear para después negociar con un par de triunfos en la mano”, lo cierto es que la posibilidad de que se desate una guerra termonuclear nunca fue tan cercana, desde los períodos “calientes” de la guerra fría a mediados de los ochenta.
A más de cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial, el mundo vuelve a respirar la tensión previa de aquellos días. Cualquier paso en falso puede desatar la catástrofe. Pero a diferencia de aquella guerra, esta vez toda la humanidad podría quedar reducida a cenizas. La lógica militarista, los intereses capitalistas que juegan detrás, el constante forcejeo del imperialismo, han hecho del mundo un gran campo minado por el que es cada vez más difícil transitar sin sufrir las consecuencias.
Un paseo por campo minado
Reviewed by AZULADO
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4/19/2017 03:48:00 p.m.
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